jueves, 10 de enero de 2013

La esperanza es una puta sin escrúpulos

    Llegaba tarde como siempre, corría bajo la lluvia intentando alcanzar el autobus, pero por supuesto este arrancó antes de que ella llegara.

    Sabía que tendría que esperar un buen rato antes de que el próximo pasara, estaba empapada y tenía frío, no había conseguido dejar de sentir frío desde el verano. Se sentó bajo la marquesina y vio caer la lluvia.

    No sé cuanto tiempo llevaba allí sentada antes de que se diera cuenta, supongo que cuando te pones a pensar en tonterías la noción del tiempo se pierde. Levantó la cabeza y lo vio allí, bajo la lluvia,  tirado en un charco. Fue como un latigazo en el corazón, como si alguien no le dejase respirar. Solo fue un segundo pero a ella le pareció para siempre (supongo que el conejo de Alicia estaría orgulloso de que lo hubiera comprendido). Se levantó y fue hacia allí, creo que ni siquiera se dio cuenta de que lo estaba haciendo, alargó la mano y lo cogió. Sabía que no podría ser el suyo, pero joder era tan parecido...que por un momento creyó que podría serlo. Cuando se dio cuenta estaba llorando, hacia tanto tiempo que no pensaba en él, hacia tanto tiempo que creía que le había olvidado. Cogió aquel trozo de cordón entre sus dedos y su mente voló, repasó cada uno de los momento olvidados, cada uno de los olores que había eliminado de su mente, cada una de las conversaciones que habían mantenido. Había pasado mucho tiempo pero se dio cuenta de que en realidad siempre habían estado con ella, nunca los había dejado escapar del todo. De pronto, todo lo que había sentido aquel otoño se plantó delante de ella y la abofeteó. De alguna manera había mantenido a esa puta sin escrúpulos llamada esperanza amordazada en algún lugar oscuro y profundo de su corazón, pero siempre había tenido mucha fuerza y creo que aquel cordón era la prueba irrefutable de que se había liberado. Intentaría sobrevivir, pero renunciar nunca había sido su estilo y sabía que iba a costarle mucho atraparla de nuevo.

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