lunes, 27 de enero de 2014

Ciudad Olívica



                                           
                                           Tu sexo es carne de aceituna 
                                             de un olivo en la carretera

domingo, 19 de enero de 2014

La habitación

Esta noche me propuse hacerlo, me propuse dormir en nuestra cama. Pero cuando llegó el momento, cuando me senté en el borde de la cama para descalzarme, pensé en ti, pensé en nuestras conversaciones, en el sexo contigo, pensé en las risas y en como cierras los ojos mientras yo te acaricio la cara y juego con tu pelo. Entonces me levanté, salí de la habitacion y cerré la puerta tras de mí. Lo volveré a intentar mañana. Hoy, aún te echo demasiado de menos.



martes, 14 de enero de 2014

La cordura

Otra vez me vino a la mente lo que pensabas.
Otra vez sentí tu angustia en la distancia.
Y otra vez, me concentré para mandarte cierta calma.
Porque soy tu contrapeso.
Porque tú eres el mío.
Porque te quiero.
Calma.


jueves, 9 de enero de 2014

Diez

Contó hasta diez, respiró profundo y salió por la puerta. Había imaginado demasiadas veces aquella conversación y, como había supuesto, todo había salido al revés. Sabía que ninguna de las versiones sería la correcta. Sabía que ninguna le haría sentir bien. Sabía que hacía lo correcto, pero como dolía. Pensó en entrar corriendo y gritarle que se había equivocado, pero sabía que no era verdad. Había tardado tanto en tomar aquella decisión, que ahora no podía echarse atrás. No podía dejar que el miedo volviese a apoderarse de su corazón.

Ahora quedaba la otra parte, quizás la más dura. Ahora quedaba reconstruir, recuperar y empezar. Solo que ahora, no estaba seguro de que fuera posible. Quizás ya no estaba a tiempo. Volvió a dudar si regresar rogando perdón y olvidarse de todo lo demás.

Se paró en la acera de camino al coche, respiró, contó hasta diez, y decidió comenzar su nueva vida.

martes, 7 de enero de 2014

Salomón

Estaban sentadas en el borde del puerto. Los pies le colgaban hacia el agua pero la marea estaba baja, así que no iban a mojarse. La primera, apoyaba su cabeza en la barandilla, sobre sus brazos. La segunda, los apoyaba sobre la carretera echando la cabeza hacía atrás. La segunda subió la cabeza y se incorporó hasta la barandilla.

- ¿Estás bien? O sea, se que no estás bien, se que le querías, pero te veo tan calmada…

La primera salió de su ensimismamiento y levanto la cabeza, llevaba puesta la capucha de la sudadera y  no podía verle bien la cara a su amiga así que se la quitó.

- Sí, no sé. Supongo que estoy calmada, porque he hecho lo correcto. Debía dejarle ir. 

- ¿Debías dejarle ir? Nunca entenderé eso…

- No sé, supongo que es como lo de Salomón…

- ¿Quién?

- ¿Salomón?

- No se quién es…

- Ateas... - rió, la primera - Salomón era un rey muy sabio. Un día llegaron dos mujeres reclamando que un bebé era hijo suyo. Salomón no sabía que hacer, porque no podía adivinar de quien era el niño, así que se le ocurrió una treta. Mandó llamar a las mujeres y les dijo: "Bueno, como no se de quien es el bebé, lo que haré será partirlo a la mitad y así las dos tendréis parte de él" Una de las mujeres horrorizada dijo que eso no podáis ser, que el bebé moriría y que ella renunciaba a él. Salomón entonces supo que esa era la verdadera madre del bebé.

- ¿Ein? ¿Por qué solo la verdadera madre querría que su hijo no muriese? - dijo la segunda con todo pedante -  ¿Así que tu eres su madre? - y estalló en una carcajada, rompiendo el silencio que reinaba a esas horas en el puerto.

- No, imbécil!! No sé, yo solo quiero que sea feliz, si yo no soy lo que quiere, ya está, debo dejarlo ser féliz con ella. 

- Pero tu le quieres.

- Sí y como le quiero, tengo que dejarle ir. No puedo intentar retenerlo sólo porque yo le quiera. 

- Ya bueno…será eso y que no la deja…Ahora no vayas de mártir…

- Bueno eso también!!!

Las dos se echaron a reír.