jueves, 25 de julio de 2013

Los desconocidos

Hasta que abrió la puerta del coche para bajarse no se sintió nervioso. Había imaginado ese momento cientos de veces en su cabeza y creía que lo tenía todo bajo control. Cerró el coche y cruzó la carretera. Caminaba escondiéndose bajo sus Rayban para observar quien lo esperaba sentado en la terraza. Ella no estaba. No sabía si eso le calmaba o no. Si no era hoy, sería otro día, pero sabía que ese encuentro sucedería.

Algunos de los chicos comenzaron a saludarlo desde sus mesas, el sonrió y les devolvió el saludo. Empezó a chapurrear algunas cosas en gallego y a alegrarse de estar allí de nuevo. Siempre se sentía bien en aquel lugar, era como estar en casa.

Se paró justo antes de entrar para darle la mano a uno de los muchachos y fué entonces cuando escuchó su risa saliendo por la puerta. Instintivamente levantó la cabeza para mirar. Ella salía hablando con alguna de sus amigas y riéndose de alguna estupidez. Mientras giraba la cabeza después de su último comentario sus miradas coincidieron. Sólo fue un instante. El levantó la cabeza a modo de saludo, ella esbozó un sonrisa y bajó la mirada.

Habian vuelto a ser "la chica snob del pueblo" y "el pijo de ciudad". Habían vuelto a ser unos desconocidos.




lunes, 8 de julio de 2013

Es que...


Hoy sin querer recordé el sonido de tu voz. Esa que pones cuando te emocionas contando una historia, (no se por qué,  pero imagino que sería alguna batallita del rey de las mentiras). Hablas rápido, utilizas cosas como "zas"  y repites palabras para marcar el énfasis en las partes importantes. La verdad es que me hizo reir.

Luego recordé esa otra, cuando haces una especie de puchero y dices "es que..." dios que ganas de besarte y abrazarte para siempre...


Me gusta también la voz de cantante alcohólico que pones cuando contestas al móvil, bajito por si alguien te escucha, y dices un "ey pequeña"...lo echo de menos...


Recuerdo tu "ñaaaaa", cuando yo me hacía la remolona con algo o te contaba algo que no te gustaba. 


Recuerdo cuando me pedias tus besos al final de cada llamada, ese: "bueno venga dame mis besos", que tanta gracia me hacía. 


Recuerdo también tu forma de reir como si fueras un señor, no puedo explicarlo, solo lo recuerdo. 


Creo que si hiciera memoria podría incluso recordar cada una de nuestras conversaciones, y joder!!! Tuvimos muchísimas...


Pero hay algo que no puedo recordar...no puedo recordar nuestro último beso, no se ni siquiera si tuvimos un último beso...si llegamos a despedirnos de alguna manera...eso no puedo recordarlo y me duele.









jueves, 4 de julio de 2013

El demonio y el loco

Estando el loco sentado en la orilla de un río, se le apareció el demonio.

- Hola - dijo el demonio
- Hola - dijo el loco
- ¿Qué haces? He estado observándote largo tiempo y me ha entrado la curiosidad - preguntó el demonio.

El  loco le miró y le ofreció asiento a su lado. El demonio se sintió un poco consternado ante su silencio, pero estaba demasiado intrigado y se sentó.

Hacia ya unas semanas que el loco había llegado allí. Había estado vagando por otros mundos y este le pareció una buen lugar donde estar. Pasaba observando su alrededor la mayor parte del tiempo. Se sentaba en cualquier rincón y disfrutaba de lo que ocurría.

Un día el demonio, que siempre estaba ocupado tramando planes, se cruzó con él. La primera vez, solo le pareció un humano más, otro alguien a quien poder embaucar llegado el momento. Pero algo debió llamar su atención, por que todos los días pasaba a ver que estaba haciendo el loco. Un día cuando su curiosidad le venció, y muy pocas cosas podían con él, se acercó para hablarle.

- Hola - dijo el demonio
- Hola - dijo el loco
- ¿Qué haces? He estado observándote largo tiempo y me ha entrado la curiosidad - preguntó el demonio.

El  loco le miró y le ofreció asiento a su lado. El demonio se sintió un poco consternado ante su silencio, pero estaba demasiado intrigado y se sentó.

El demonio se impacientaba, él no tenia noción del tiempo pues era eterno, pero tenía cosas que hacer. Tenía planes que cumplir y quedarse allí contemplando la nada, no le estaba permitiendo hacerlo. Esperó lo que a el le pareció un decenio y volvió a preguntar mientras se levantaba.

- Dime loco, ¿por qué estás aquí? ¿Por qué solo te sientas en silencio en este rellano del río? Yo tengo que irme, tengo cosas que hacer, pero quiero saber porque lo haces. Me intriga demasiado.

El loco sin mirarlo dijo:

- Solo estoy disfrutando la vida -  y miró al demonio - has estado sentado conmigo mucho tiempo, pero no has visto nada de lo que he visto yo. Solo has estado pensando en que es lo que tenias que hacer después y te has olvidado de disfrutar lo que estabas haciendo ahora.

El demonio no supo que decir, realmente no había prestado la mas mínima atención a lo que había pasado a su alrededor. Había estado allí cierto, pero supongo que no había sentido lo que sentía el loco con todo aquello.

El loco le ofreció sentarse de nuevo. El demonio dudó, no podía perder más tiempo. El loco le miró a los ojos y sonrió.


- No puedes quedarte, lo sé. Aún no estás preparado, aún no puedes ver lo que yo puedo ver. Vete. Estaré aquí cuando vuelvas, si es que algún día decides volver.

El demonio se fué con cierta sensación de inquietud, pero era cierto, no podía quedarse.