viernes, 22 de noviembre de 2013

Sin peones para volver

Vio caer al alfil. Llevaba un rato rondándola. Había estado cerca esta vez. Giró la cabeza y analizó el tablero. Aun había demasiados adversarios y sería difícil acabar con todos. Miró de reojo hacia atrás. El rey seguía en su puesto, altivo, seguro, controlando el tablero, supervisando que todos se moviesen como el quería.

Ella estaba allí para protegerlo, pero no estaba recibiendo mucha ayuda y no iba a poder seguir paseándose como si todo estuviese bajo control. En algún momento bajaría la guardia y acabarían con ella. Además sabía que,  si llegaba el momento, él la sacrifica para salvarse de nuevo. Siempre había sido así. A pesar de todo no iba a rendirse, ella no se merecía morir, había luchado por su rey en demasiadas ocasiones.

Tenía miedo de su reacción pero no podía dominarlo, al fin al cabo era el rey. Si él decidía prescindir de ella, el juego acabaría para los dos. Ya no había peones para volver.

El caballo hizo su movimiento y valoró sus opciones.

lunes, 4 de noviembre de 2013

El borde de la páginas

Ella estaba sentada en el lado derecho de la mesa. Se sentaba ahí porque era donde daba el sol por la tarde. Le gustaba el sol. Tomaba un té verde sin azúcar pero con mucho hielo. Hacía calor. Él fumaba mientras leía un libro.

Una gota fría resbaló por el vaso del té hasta sus dedos. Fue una sensación muy débil pero le hizo darse cuenta de que llevaba un buen rato mirando al horizonte. Levantó la mano de la mesa y se frotó los dedos extendiendo la gota de agua por sus yemas. El sol la cegó e hizo que apartase la cara de su trayectoria y entonces reparó en él.

Él seguía leyendo, pero había terminado el último cigarrillo y ahora con su mano jugueteaba con el borde de la página. Ella se fijó en ese gesto y sonrió, lo hacía muy a menudo cuando leía. Recorrió con la mirada su brazo hasta los hombros y luego hasta la cara. Se detuvo. Mientras lo miraba recordó cuanto le amaba. Le había amado desde el primer día que le vió. Empezó a pensar en la primera vez que hicieron el amor. Dulce e intenso a la vez. Se le erizaba el bello al pensar en sus manos entre sus muslos. Recordó sus largas conversaciones desnudos sobre la cama y entonces se dió cuenta. Sintió como el cristal se quebraba dentro de su pecho. Sintió una punzada terrible y profunda; y aunque lo intentó, no pudo retener las lágrimas que salían de sus ojos. Lloró en silencio, como las damas.

Bebió un trago del té y mientras se secaba los labios con la servilleta, aprovechó para secarse las lágrimas que empezaban a asomar al borde de sus gafas de sol. Cuando terminó, dobló la servilleta y la colocó debajo del plato, como solía hacer. Se levantó y, mientras se dirigía a la casa, le dijo:

- Te quiero. Hemos terminado. Ya sabes porqué.

Él dejo de jugar con la página del libro y lo cerró. Levanto la cabeza y asintió, aunque estaba seguro de que ella ya no miraba.

Y así, como el silencio que los había consumido, ella se marchó.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Twin Peaks

Yo crecido ante la apuesta que ofrecí, 
sentado en la cornisa de un balcón, 
brindando en las terrazas de Madrid. 
Si, soy soldado de una idea y defensor 
de todo aquello en que me convertí, 
benditos los principios. 

Y la estela del viaje nos dejó 
junto a una sonrisa en el cielo, 
y la lluvia del verano me encontró 
sintiendo tu pelo en mis manos. 

Y yo soñaba con poderlo retener, 
grabarlo en mi retina para ver 
lo simple que pensaba en tu sabor 
y algo más, dormirme en tu camisa 
recorrer las vidas que podiamos tener, 
la vida que es ahora. 

Y fui buscándote en la misma dirección, 
busqué entre las calles tu nombre, 
vi aquella camarera de Twins Peaks, 
te encuentro y se van los problemas. 

Hoy recojo los pedazos para ti, 
me siento y te escribo en un papel, 
las puertas hoy se abrieron para siempbre, 
sin querer las cosas que no quiero quedarán 
guardadas en el fondo del desván, 
que esconde mil dolores. 

Tú, rompiendo las cadenas con tu voz, 
cantándome a la cara una canción, 
diciendo que esto será para largo, 
y caer rendido ante tu cama al descubrir 
los sitios donde me quiero quedar, 
los sitios que son tuyos, 
las esquinas de la luna. 

Y hoy el cielo se abrirá y nos prometió 
que todo lo que hicimos hasta aquí 
tenía que pasar y lo comprendo, 
para ser los amos de una nueva situación, 
partículas de polvo de una estrella enana 
que se enciende entre tu pelo. 

Y yo soñaba con poderlo retener, 
será un largo recorrido sin igual. 
Soñaba con poderlo retener, 
un largo recorrido sin igual, 
dormirme en tu camisa y recorrer 
un largo recorrido sin igual, 
bailando en las cornisas con champán.