En el momento en el que el usurpador entró en el castillo, ella gritó su nombre. Lo gritó hasta quedarse sin fuerzas, pero el guardián no acudió a su llamada esta vez. Sabía lo que tenía que hacer, cual era el protocolo. Abrió la puerta secreta y comenzó a escabullirse por el pasadizo. Mientras huía, pensaba que él podría haber sido capturado o que podría haber muerto y que ella lo estaba abandonando. Sabía que era la única forma de salvarse, así que siguió adelante. Se pasó días o incluso semanas pensando en él, en las desgracias estaría sufriendo, sin saber sí estaría vivo o muerto. ¿Y si estaba vivo? ¿pensaría en ella o habría intentado buscarla?
Un día mientras caminaba de incógnito por el reino le vió entre la muchedumbre. Se le iluminó la cara-¡Estaba vivo!- pensó. Intento abrirse paso entre la gente, era difícil, había demasiada. Por fin llegó lo suficientemente cerca para gritar su nombre, pero cuando se disponía a hacerlo no pudo. No pudo, porque lo que vio la dejó sin voz. Él estaba sirviendo a otra noble, ni siquiera era la hija del usurpador. Se mareó y tuvo que sentarse. Entonces supo porque no acudió a su llamada. Ya tenía otra persona a la que proteger. Se sintió traicionada y por supuesto la persona mas estúpida del reino. La había estado engañando en su propia cara y ella nunca lo había visto venir.
Después de aquello, decidió desterrarse definitivamente y no volver jamás a aquellas tierras. Habían pasado muchos años desde aquel día y por fin se había sentido con fuerzas de volver y recuperar el trono. Pero cuando llegó al reino, ya no había nada que recuperar. Todo había sido destruido... Su reino, su castillo, su nombre....