Y, cuando regó por última
vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo bajo su globo, descubrió
que tenía ganas de llorar.
- Adiós- le dijo a la flor.
Pero ella no le respondió.
- Adiós- repitió.
La flor tosió. Pero no era por el resfriado.
- He sido tonta- le dijo al fin. - Te pido perdón. Procura ser
feliz.
Él se sorprendió por la ausencia de reproches. Se quedó
ahí, desconcertado, con el globo en la mano. No comprendía
esa calma mansedumbre.
- Sí, sí, te quiero- le dijo la flor. - No has sabido nada, por mi
culpa. No tiene importancia. Pero tú has sido tan tonto
como yo. Procura ser feliz... Deja ese globo tranquilo. Ya no lo
quiero.
- Pero el viento...
- No estoy tan resfriada...El aire fresco de la noche me
hará
bien. Soy una flor.
- Pero los animales...
- Debo soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las
mariposas.
Parece que es hermoso. Si no, quién habrá de visitarme?
Tú estarás lejos. En cuanto a los animales grandes, no les
temo. Tengo mis garras.
Y mostró ingenuamente sus cuatro espinas. Luego agregó:
- No des más vueltas, es molesto. Has decidido partir. Vete.
Pues no quería que la viera llorar. Era una flor tan
orgullosa...
Soportar dos o tres orugas...
ResponderEliminarBendito principito!
Lástima que lo escribiera un francés...