sábado, 19 de octubre de 2013

El gato chino

Estuvo un buen rato mirándolo. Le tocaba el bracito y veía como se movía, hacia delante y hacia atrás. Hizo esto varias veces hasta que agarró con fuerza al pequeño gato del brazo y consiguió que frenase en seco su movimiento. Lo miró durante unos segundos y comenzó a hablarle.

- ¿No puedes parar verdad? ¿No puedes dejar de hacerlo? Hacia delante y hacia atrás, una y otra vez. Nunca te cansas, claro, te han creado para esto. ¿Sabes qué, gato estúpido? Creo que deberías dejar de hacerlo, porque realmente ya no me diviertes, nunca lo has hecho, prometías ser mas interesante y fabuloso de lo que en realidad eres...

Le soltó la pata al gato, se levantó y lo dejó sobre la mesa. Se encaminó hacia la puerta de la habitación. De pronto, a su espalda alguien empezó a hablar.

- Es curioso que digas que yo soy estúpido...

Él se dió la vuelta sorprendido buscando el origen de esa voz. Sabía que no había nadie allí, pero él había oído una voz.

- No se que estás buscando, soy yo el que te habla. El gato estúpido...

No podía creerselo pero la voz salía del pequeño gato dorado, fué hasta él y lo revisó, nada extraño. Volvió a dejarlo en la mesa y antes de que pudiera darse la vuelta, el gato prosiguió:

- Me parece bien que hayas llegado a esa conclusión. Pero no me gusta que me insulten ¿Crees que soy estúpido por hacer siempre lo mismo?  A mi me han creado para esto y esto es lo que hago, y lo hago lo mejor que puedo. A veces más rapido, a veces mas lento, pero siempre sonriendo, eso me han enseñado. Estoy aquí con el pecho erguido día y noche moviendo mi brazo para que tu seas feliz. Te parecía especial, me compraste por eso ¿recuerdas? Había mil cosas mas allí y tenías mil cosas mas en tu habitación y aún así me compraste. Sabías lo que era y lo que hacía, pero también sabías que te haría feliz, que te hago feliz. ¿Y tu me llamas estúpido?

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